El bloque de los países industrializados, con menos del 20% de la población mundial, consumen el 93% de los recursos de energía mecánica producidos en el planeta. Este dato indica y confirma que en la industria petrolera, en tanto fuente de la energía mecánica, "la política -como actividad exclusiva de dominio y subordinaicón- ha impuesto su s leyes sobre la economía", creando cierto tipo de relaciones que sólo se mantienen por la voluntad de poder de los estados industrializados.
El debate sobre la energía se convierte entonces en una clave para rastrear algunos de los presupuestos en los que se funda la historia contemporánea, presupuestos que se humanizan y convierten en datos históricos cuando en el debate se consigue enfrentar a los verdaderos protagonistas del problema: el petróleo, las corporaciones y el poder estatal pro un lado, y el hombre, las naciones y el poder social que los primeros intentan sofocar para seguir apuntalando una historia imperial, por el otro. este enfrentamiento, que la crisis de la energía acentuó a partir de 1973, puso de relieve que no hay límite al esarrollo de la humanidad sino un desarrollo limitado del poder imperial.
Impedir que el problema de la energía quede reducido a la mera cuestión de los recursos naturales, conseguir una modificación de las estructuras de consumo de energía, custionar globalmente las relaciones con el conjunto de los países industrializados: estas son las tareas fundamentales de los países del Tercer Mundo, hasta ahora signados por la dialéctica del capital.
En el ámbito de estas concepciones, Ferrari realiza un estudio sistemático de las mismas en los principales países consumidores y rpductores y de la forma irracional en que se malgastan los recursos naturales. (contratapa)